TEXTO DEL MES
Para pensar
juntos: A partir de esta historia se nos ocurrieron algunos temas,
tal vez ustedes puedan conversarlos y pensar otros más. ¿Por qué
a veces nos resulta difícil resolver las cosas cuando estamos
solos? ¿De qué otra forma podemos buscar una solución? ¿Por qué
es importante tener en cuenta al otro? ¿Qué es donar? Busquemos
ejemplos en nuestra vida diaria.
¿Qué
podemos encontrar en común entre la historia de Horacio el crustáceo
y la donación de órganos?
El equipo
de Educación del INCUCAI quiere compartir esta historia, para que
pensemos
juntos acerca
de la importancia de ser solidarios. Este cuento forma parte de una
colección de
materiales para estudiantes de escolaridad básica, docentes y padres
que quieren saber,investigar, y comprender el proceso de donación y
trasplante.
www.incucai.gov.areducacion@incucai.gov.ar
HORACIO EL CRUSTACEO
Un
cuento
para
trabajar
los
valores de
la donación
de
órganos en
la
escuela.
Esta es la historia de Horacio, un simpático crustáceo nacido en
las costas de América. Su papá, un viejo cangrejo ermitaño, lo
acompañó hasta que crecieron sus dos antenas color naranja y sus
dos pinzas rojas. A partir de ese momento estuvo listo para irse a
vivir solito a la playa. Antes de marcharse, su papá le dio un
consejo:"Encontrar una caracola vacía será vital para vos. Tu
pancita es blanda y necesitarás de ese escudo para poder vivir y
protegerte".
Horacio dio sus primeros pasos en una playa del Caribe:- "¡Guauuu!
Qué playa grande! Cómo me gusta enterrarme en el fango...ja!
trataré de no Engancharme en ningún dedo humano porque podría
lastimarlo".En ese momento recordó el consejo de su padre.-
"Basta de diversión, no debo perder más tiempo, debo encontrar
un caparazón de un molusco".Y buscó horas y horas, pero no
encontró ninguna caracola.
La playa estaba llena de cosas que los humanos arrojan, sin tener en
cuenta el cesto para residuos que hay en el balneario. Pensó que tal
vez alguna de estas cosas le serviría de Hogar.Una lata de atún
parecía su casa ideal. Horacio acomodó su pancita en la lata y
bloqueó la entrada con las patas y las pinzas. Todo parecía estar
genial hasta que el viento empezó a soplar con tanta fuerza que la
lata rodó y rodó dejando a nuestro amigo completamente
mareado.Horacio empezó a pensar que quizá esa casa no era la
correcta. El paso del tiempo le dio la razón, cuando la lata comenzó
a oxidarse y él a intoxicarse.
"Es hora de buscar otro hogar"- dijo mirando a su
alrededor. Entonces encontró una zapatilla de lona amarilla con los
cordones desatados, volcada sobre una roca. Al principio Horacio
dudó:-"Parece que es muy grande... ¡Y seguro que fue de una
nena! Pero no importa, no hay otra cosa por aquí".Se acomodó
como pudo en su nuevo hogar. Todo iba bien hasta que llegó una
enorme ola que inundó la zapatilla. Como era de lona, al mojarse se
hizo tan pesada que lo condujo hacia el fondo del mar.
-"Qué contratiempo, no pensaba llegar aquí"- dijo
Horacio apenado.En ese momento, en las arenas profundas, se le acercó
un cangrejo que estaba ubicado muy confortable dentro de una caracola
de molusco.
- "¡Hola! Soy Alejo, el Cangrejo", dijo mientras le daba
un apretón de pinzas.-"No pierdas más el tiempo intentando
reemplazar la caracola con desperdicios humanos. TenéIs que buscar
una casa entre los caparazones que dejan los moluscos al morir. Es tu
única oportunidad de encontrar un hogar limpio,resistente y que sea
justo para vos".
A Horacio le llamaron la atención unas coloridas formas que Alejo
llevaba sobre el cuerpo.-"Oh! Perdón POR mi descortesía",
dijo Alejo.- "Me olvidé de presentarlos. Ellas son mis
compañeras, las anémonas, Bety y Lucy". -"¡Hola!
saludaron a coro- Todos juntos podemos ayudarte a encontrar tu casa".
-"Qué lástima que no traje linterna", se lamentó
Horacio.En ese momento se produjo un gran destello de luz; un pez
abisal iluminó todo el lugar. -"Conozco una caracola
vacía",dijo el pez.
-
"Los voy a guiar hasta ella". Así nuestro amigo el
crustáceo encontró su nueva casa: un hogar confortabley a su medida
que lo acompañaría por un largo tiempo. Horacio pudo conseguir su
caracola gracias a que un molusco, la dejó cuando ya no la
necesitaba más, tal vez sabiendo la utilidad que tendría para un
crustáceo como él. Encontrarla fue posible gracias a sus
compañeros, que lo ayudaron en su búsqueda. A partir de este
momento pudo sentirse seguro y pleno, compartiendo su vida con las
anémonas de mar que lo protegen de sus enemigos con sus tentáculos,
mientras él las traslada de un lado a otro para que
puedan alimentarse. Y así fue como ayudándose entre todos lograron
crear una comunidad solidaria en el fondo del mar.
FIN